Lo menos negativo de este mes y lo menos intencional fue el amor repentino que me vino por tus ojos. Apareció de la nada. Nació sin saber cómo. La verdad es que ni nació: fue una respuesta automática al verlos.

Son ojos que jerarquizan mis prioridades y me susurran que importas tú y nadie más que tú.

Tus ojos me brindan alegría, cariño y una pizca expresión de sensualidad.

No podría reconstruir tus ojos. No podría hacer un resumen de tus ojos. Tú lo sabes, son especiales. Imposible describirlos bien y de manera corta.

Tus ojos focalizaron mis ideas colapsadas que se me pasan en la cabeza cuando te observo.

Tus ojos tranquilizan el pánico de hablarte sin demostrarte mi completa locura por ti.

Tus ojos implícitamente me dicen que tome medidas para conquistar.

Tus ojos explícitamente me dicen que tome medidas para conquistar.

Tus ojos describen lo que quiero. Ese azul claro, esa paz, esa armonía conmigo mismo. Y bueno, contigo. Contigo en la playa, tomados de la mano y asustando gaviotas.

Tus ojos evidencian que sabes que me vuelves loco, que pierdo la noción de lo que tengo que abstenerme de decirte cuando recién te conozco.

Tus ojos contradicen mis pensamientos que he tenido sobre otras mujeres que he amado.

Tus ojos, al mismo tiempo, me hacen ocultar mis miedos. Dejarlos de lado, botarlos a la basura y que se reciclen en algo esperanzador en qué creer.

Tus ojos son un desfile de emociones. Son arcoiris, bosques que resisten en la amazonía, islas que niegan ser habitadas, nubes que forman corazones en el cielo.

Son ojos que manipulan/monopolizan/manejan amor.

Ojos con sensación de amor y multicolores.

Tus ojos extraen de mi ser mis poesías. Sean mediocres, comunes o nerudianas. Pero el hecho es que tus ojos extraen lo que escribo con mis manos.