
Simplemente nada. Silencio puro. Pidiéndole que se quede así. Donde sólo escuche mi voz interna y que esta retumbe por todo el espacio, anunciando las ideas que tengo anotadas.
Estaré atento al río revuelto. Pero callado. Observando. Quizás caminando. De reojo. Y tomaré todo lo que pueda. No devolveré nada. Me lo quedaré sólo para mí, aunque me meta en la boca del lobo. Aunque sea una polilla que se enamora de la candela y la mata. Aunque sea una manzana podrida que de a poco pudre al resto.
Como te dije, seguiré en constante templanza, en constante meditación sobre las cosas que miro. Porque el silencio es más escaso que la propia verdad.
0 Comentarios:
Publicar un comentario