Cuando sonó el teléfono no pensé que fuera algo malo. Quizás una llamada de la abuela Cristina o una llamada desde Perú para la Bea. No había escuchado ningún ruido mientras dormitaba, a lo más algún reto para el niño que vive al lado.
Ya cuando avanzaba por la carretera, mi corazón latía más rápido de lo que yo iba en el auto y ya visualizaba la imágen de lo que me había contado el carabinero.
Lo habían matado. Fueron 28 balas las que impactaron en su cuerpo, y está bien, se lo merecía, aunque fuera el esquizofrénico de mi hermano Matías.
Nadie puede matar a Jesús resucitado.
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2 Comentarios:
Bien curioso, muy bueno.
= creo que 28 balas x ser esquizofrenico es como un poquito musho...pero bueno, cada quien tiene lo que merece dicen por ahi, sea bueno o malo
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